
Corría el año 2007 cuando tuvo lugar una de las peleas más patéticas que jamás vistas en un campo de fútbol. El escenario fue La Romareda. Y sus protagonistas, Luis Fabiano y Diogo. El delantero del Sevilla y el lateral del Zaragoza tuvieron un rifirrafe que acabó a puñetazo limpio.
Bueno, a puñetazo limpio solo por parte del uruguayo, porque después de soltarle el primer derechazo al brasileño, ambos empezaron a hacer una especie de molinillo al unísono. Sin tocarse. Era como una especie de batalla sincronizada.
La cosa terminó con cinco partidos de sanción para cada uno y con las disculpas de ambos futbolistas. Aun así, pasan los años y este incidente permanece en la memoria de muchos como una de los combates más ridículos de la historia del deporte.
Pero en pleno 2017 se ha producido otro enfrentamiento que podría arrebatarle tan vergonzosa distinción. Hablamos de la contienda que han tenido dos golfistas que estaban discutiendo por un Buggy.
Al parecer, uno de los protagonistas le estaba pidiendo al otro que saliera del que, en teoría, era su cochecito. Sus formas no gustaron al otro jugador, que saltó impulsivamente del asiento para tratar de pegarle.
Pero en vez de intercambiar guantazos, la riña acaba con el primer golfista por lo suelos, revolviéndose para evitar un golpe y suplicando para no recibir. Sin duda, una de las escenas más absurdas que ha dejado el deporte, aunque algunos usuarios ya contemplan la posibilidad de que sea un montaje.
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