Estamos en pleno agosto, a punto de empezar la segunda quincena del mes más caluroso y más perezoso del año. La mayoría de personas están ahora mismo de vacaciones dando mucha rabia por Instagram con sus stories en la playa, visitando templos en Tailandia o haciendo lo que sea que estén haciendo, pero algunos nos hemos tenido que quedar porque para que ellos puedan estar disfrutando, otros tienen que pringar. Pero sin rencores, eh...

Mentira, preferiríamos estar por ahí pegándonos la vidorra, pero lo cierto es que tampoco es tan malo ser el único que queda en la oficina o lugar de trabajo puesto que con la falta de personal llegan algunas ventajas inesperadas. Vale, no estamos subiendo a cocoteros en las Filipinas, pero nos conformamos con lo que tenemos. Algo es algo, ¿no?

Adiós al dresscode

Esto se nota epecialmente en las empresas en las que hay un dress code más estricto durante el año. Si no hay nadie y sabes a ciencia cierta que nadie va a controlarte... ¿Para qué vas a ir de traje o maquillarte cada mañana? Ha llegado el momento, aunque sea durante unos días, de ser tu mismo en la oficina. A no ser que lleves uniforme, ahí te toca claudicar...

Puedes poner la música a todo volumen

Ha llegado el momento de sacar al DJ que llevas dentro. Nada de ponerte unos auriculares con el volumen bajito para no molestar a tus compañeros porque... Sorpresa, estás solo. Activa la sesión privada de Spotify y ponte los hits más vergonzosos de Britney Spears o intenta hacer unos gritos de heavy metal como si fueras el mismísimo Axl Rose. Si no estás solo y te montas una coreografía o un dueto con los otros que pringan como tú, ya insuperable.

Vas a revisar el móvil mucho. Pero mucho

No dudamos que seas un gran trabajador/a, pero seamos sinceros... Vas a tener el móvil echando chispas. Masoquísticamente revisarás los stories de tus amigos que sí están de vacaciones y de golpe querrás mirarte todos los tutoriales de hacer un brownie vegano con 3 ingredientes, aunque ni seas vegano ni te guste el chocolate. Te recomendamos que te lleves un cargador porque para las 12 de la mañana te quedará un 36% de batería.

La pausa del café la planificas tú

Durante el resto del año tienes que regirte por unas reglas, pero cuando te quedas solo/a se implanta la ley marcial de tus santas narices. La pausa del desayuno se hace cuando a ti te parece y si te quieres tomar dos cafés, pues te los tomas. ¿Tres? También, pero no lo aconsejamos porque si no, te vas a pasar el resto del día con el corazón como un colibrí y no es agradable tener tanta energía y nadie con quien compartirla.

Por algún motivo misterioso, estar solos en la oficina saca al artista que llevamos dentro. No solo al cantante y bailarín, sino también al ilustrador. Esa libreta que tienes ahí muerta de la risa en la que apuntas datos útiles durante el año, ahora se va a convertir en tu cuaderno de bohemio y la vas a llenar de dibujos random. Si es que deberías haber hecho el bachillerato artístico...

En la temperatura AHORA MANDAS TÚ

Todos sabemos que uno de los mayores focos de conflicto de las oficinas es la temperatura. Algunos estamos siempre helados, otros están siempre muriéndose de calor y, claro, hay peleas. Lo mejor de estar solo en la oficina es que ahora decides tú la temperatura a la que quieres estar. A no ser que haya climatización central, que ahí estás bastante vendido...

Trabajas más tranquilo

Aunque tendrás tus momentos de escaqueo, lo cierto es que trabajas más tranquilo y a tu aire, con menos responsabilidades incluso. Sabes cómo hacer tu trabajo y sin la presencia y control de los otros, se está mejor. Cierto que estarías mejor en tu casa y cobrando igual, pero puestos a pedir, no estaría mal estar siempre así, ¿no?

Puedes comer tranquilamente mientras trabajas

Reconozcámoslo, muchas veces estamos muertos de hambre en el trabajo pero por vergüenza y porque no queremos que nuestros compañeros/as crean que somos unos tragones/as, pasamos horas con hambre. Teniendo en cuenta que a la operación bikini de este año está claro que no llegamos... ¿por qué no comerse esos kikos que hacen extra de ruido o abrir esa caja de galletas y meterte tres o cuatro entre pecho y espalda? Va, nosotros te apoyamos. No lo dudes.

Y dicho esto, comparto vuestro dolor. Ya nos queda poco, disfrutad de estos días de tranquilidad porque en septiembre para bien o para mal volveremos a la rutina. Echaremos de menos estos ratitos, ¿o no?